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2022-10-26 14:55:47 By : Mr. Robert Du

La madre de Desirée Leal, la niña lucense de siete años asesinada en la soledad del cuarto y la cama en la que dormían las dos juntas, niega haber intoxicado y asfixiado a la pequeña. Durante su declaración en la primera sesión del juicio en la Audiencia de Lugo ha dicho que no lo hizo o que al menos no se acuerda: “Yo no le hice nada a mi hija. No recuerdo haberle hecho nada. ¡Si era lo que más quería!”, ha repetido varias veces. “Cuento la verdad...”, se ha defendido Ana Sandamil Novo, “¡si hasta guardaba mis juguetes de cuando era pequeña para cuando tuviera una hija! No tenía ningún tipo de problema con ella, al contrario... ¡comía de todo, se vestía y se preparaba sola!”.

La única acusada del asesinato de la pequeña, en la casa de la abuela materna en Muimenta (Cospeito, Lugo) el 3 de mayo de 2019, ha respondido a todas las preguntas, a ratos arrastrando las palabras como si estuviera ida y a ratos enfatizando con claridad, precisión y firmeza. Ante el jurado popular, conformado después de una larga mañana de espera, esta mujer de 45 años que se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable se ha presentado como una enferma, sujeta a los antidepresivos, obsesionada con que era perseguida, espiada y hasta drogada por compañeros de un curso ocupacional al que había asistido hacía pocos meses. Ha llegado a decir que “confundía a las personas” y “vivía como en una película”.

La niña fue hallada muerta, en la habitación que compartían, con señales de haber sido forzada para ingerir el líquido de una botella en la que se había disuelto un fármaco que consumía la madre llamado trazodona. Además había manchas de sangre en su boca, en su pijama y en el de Sandamil, en la ropa de la cama y hasta en el suelo. Las salpicaduras de la trazodona habían alcanzado incluso la pared de la cabecera de la cama. En las pruebas forenses al cadáver de la niña se hallaron restos de sangre de la madre bajo las uñas, marcas en el cuello de un intento de estrangulamiento y signos inequívocos de asfixia mecánica (por taponamiento de boca y nariz), que fue la verdadera causa de la muerte.

La investigación concluyó que Desirée Leal había llegado a despertar y había luchado por su vida. Los hechos tuvieron lugar en la madrugada de uno de esos viernes en que, como cada 15 días, la cría debía marcharse a pasar el fin de semana con su padre. Ana Sandamil y José Manuel Leal habían roto su relación de pareja cuatro años antes y habían llegado a un acuerdo judicial que regulaba la custodia a favor de la madre y un calendario de estancias con el padre. Poco tiempo antes de que la niña fuese asesinada, según se ha dicho este lunes en el juicio contra la madre, José Manuel Leal estaba intentando cambiar ese régimen para poder estar más tiempo con la menor. Incluso planeaba trasladarse a vivir más cerca del pueblo donde habitaban juntas la niña, la madre y la abuela materna.

El abogado de Sandamil pide la libre absolución y fía toda la defensa a una precaria salud mental de la acusada. Ha expuesto un cuadro de “psicosis o trastorno psicótico que le hace ver cosas y oír sonidos que no existen, tener creencias o pensamientos que no se ajustan a la lógica”. “Vive en una realidad propia que solo existe en su mente”, ha asegurado al tribunal del jurado, y en el momento de la muerte de Desirée sufría “un trastorno muy severo que le anulaba totalmente la capacidad intelectiva y volitiva”. “Fuera de la patología mental no se explica que matase a su hija, que era lo que más quería en este mundo”, ha abundado el abogado.

“Por eso intentó suicidarse”, zanjó la defensa, “ingiriendo un blíster” de pastillas machacadas cuando supo que su hija había fallecido, en la misma mañana del 3 de mayo de 2019. En su declaración, Sandamil repitió el mismo argumentario y añadió que la botella con trazodona disuelta con la que, según la Fiscalía y las acusaciones particular y popular, intentó intoxicar a su pequeña, la había preparado para ella misma tres días antes. Entonces, ha asegurado, ya pensaba en suicidarse. Las pastillas que la acusada tomó tras la muerte de la niña las vomitó inmediatamente ayudada por su madre, una mujer que también ha declarado hoy y ha tratado de amparar a su hija con su testimonio.

Sin embargo, tanto la fiscal como las acusaciones particular (el padre de Desirée) y la popular (Fundación Amigos de Galicia) creen que la muerte de la niña fue el desenlace de lo que el ministerio público define como un “macabro plan”. En ello encajan la búsqueda de información sobre el veneno conocido como estricnina que descubrieron los peritos de la Guardia Civil al analizar los dispositivos electrónicos de la acusada. Sandamil se ha desvinculado de eso y ha achacado a un tío suyo que “es agricultor y ganadero” la posible búsqueda del matarratas en Google. Cuando mató a su hija, según los informes de los psicólogos forenses, la acusada “distinguía entre el bien y el mal”, ha señalado la fiscal al jurado.

“Actuó siendo plenamente consciente de lo que hacía”, ha asegurado igualmente el abogado que representa al padre de la víctima y expareja de Sandamil. Según él, la madre “tenía ideada una forma de matar”, haciéndole beber a la menor el líquido en el que había disuelto la trazodona. “Pero falló, y acabó estrangulándola y asfixiándola cara a cara”, ha descrito. En la misma línea, el letrado de la acusación popular ha negado que la madre de Desirée estuviese afectada por ninguna “patología mental”; “y si la tenía”, ha añadido, “era moderada y no le impidió entender lo que estaba haciendo”. “Nada obra en su historia clínica acerca de brotes psicóticos”, ha asegurado este abogado al tribunal popular, “y respecto a la amnesia”, por la que dice no recordar lo que pudo hacer aquella noche, los psiquiatras forenses creen que puede estar “simulando”.

Para la acusación, Sandamil “actuó por venganza o con el ánimo de evitar que el padre estuviese más con la niña”, en lo que sería un caso de violencia vicaria. Y “hubiera ido directamente a prisión” en lugar de ser ingresada en la unidad psiquiátrica del hospital tras la muerte de Desirée “si no hubiera tomado esas pastillas”, ha reprochado el abogado de la Fundación Amigos de Galicia. Sandamil asegura que las tomó para suicidarse tras ser consciente de la muerte de su pequeña y niega haber querido vengarse de su expareja: “Desirée quería estar conmigo, estábamos siempre juntas. Con él no quería estar”. Hoy la presunta asesina ha reconocido, sin embargo, que en los últimos tiempos temía que le pasase algo a la pequeña y no quería que fuese a excursiones escolares, ni a clases de natación, ni a tocar la pandereta como a la niña tanto le gustaba.

Pocos días antes de los hechos por los que está siendo enjuiciada, Ana Sandamil emprendió un viaje de tres días con su pequeña para visitar el parque de la naturaleza de Cabárceno (Cantabria). Hoy, la fiscal le ha preguntado si aquel fue un “viaje de despedida”. Y lo mismo le planteó cuando la interrogó acerca del día en que le dio a Desirée unas fotos de carné (de la niña) con la encomienda de dárselas a los abuelos y tíos paternos. “¿Despedida de qué?”, ha contestado molesta Sandamil. La niña les entregó las fotos “de parte de mamá” a sus familiares 15 días antes de morir, el último fin de semana que la vieron.

“No se muevan por compasión ni pena”, le ha pedido la fiscal a los jurados, “aquella noche nadie tuvo compasión ni pena por Desirée. La sociedad rechaza profundamente este acto. El respeto a la vida del otro es la base ya no solo de la democracia, sino de cualquier civilización”. A la puerta de la Audiencia, en una jornada de mañana y tarde en la que también han testificado el padre y varios parientes de la menor, se congregaron familiares y amigos de José Manuel Leal para pedir “justicia” con una pancarta decorada con los unicornios que le gustaban a la pequeña. Al llegar el furgón con la acusada se produjeron momentos de tensión, entre insultos y algún intento de agresión física a Sandamil.

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