Cáscaras de almendras y suero de queso para producir

2022-10-26 15:40:06 By : Mr. Junrong Fu

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es una Agencia Estatal para la investigación científica y el desarrollo tecnológico, con personalidad jurídica diferenciada, patrimonio y tesorería propios, autonomía funcional y de gestión, plena capacidad jurídica de obrar y de duración indefinida. (art. 1 Estatuto)

Órganos de asesoramiento y apoyo

La Ley 9/2917 de Contratos del Sector Público, en su artículo 63 establece la obligación de publicar el Perfil de contratante. El perfil de contratante de la Agencia Estatal CSIC agrupa la información y documentos relativos a su actividad contractual al objeto de asegurar la transparencia y el acceso público a los mismos

El CSIC es un organismo que se encuentra incluido dentro del ámbito subjetivo de aplicación de la ley 19/2013 de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno (LTAIPBG).

El Comité de Ética del CSIC

Integridad científica y buenas prácticas

Ética en la investigación

El CSIC es un organismo público que actúa generalmente como responsable de tratamiento de datos de carácter personal por lo que le corresponde, siguiendo el principio de responsabilidad proactiva, atender las obligaciones que establece el Reglamento General de Protección de Datos y la Ley 3/2018 de 5 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal y garantía de los derechos digitales.

La investigación en el CSIC se estructura en tres grandes áreas, SOCIEDAD, VIDA Y MATERIA, que cubren la mayor parte del conocimiento humano y en las que se encuadra la actividad de más de 1.500 grupos de investigación de sus 120 centros.

El CSIC desarrolla su actividad de investigación científica y técnica principalmente a través de sus institutos de investigación, que se organizan en departamentos y en los que se integran los grupos de investigación.

Los Grupos de investigación constituyen la unidad fundamental, de carácter específico, que contribuye a la consecución de los objetivos científicos de la institución.

Personal Investigador del CSIC en activo

Los científicos y tecnólogos del CSIC compiten por financiación en convocatorias de agencias financiadoras públicas y de entidades privadas externas al CSIC

El presente Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia incorpora una importante agenda de inversiones y reformas estructurales, que se interrelacionan y retroalimentan para lograr cuatro objetivos transversales: avanzar hacia un país más verde, más digital, más cohesionado desde el punto de vista social y territorial, y más igualitario.

El Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) es uno de los principales instrumentos financieros de la política de cohesión europea. Su objetivo es contribuir a reducir las diferencias entre los niveles de desarrollo de las regiones europeas y mejorar el nivel de vida en las regiones menos favorecidas.

Alianzas en la colaboración científica para una misión social y soluciones del mañana.

La vigente Ley de la Ciencia tiene como objetivo general el “promover la inclusión de la perspectiva de género como categoría transversal en la ciencia, la tecnología y la innovación, así como una presencia equilibrada de mujeres y hombres en todos los ámbitos del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación. (art.2 de la Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación).

Dentro de las posibilidades de colaboración del CSIC con otros agentes de I+D+i se encuentra la figura de las Unidades Asociadas como fórmula que permite articular de forma temporal y flexible colaboraciones estrictamente científicas entre el personal investigador del CSIC y el de entidades externas que se integre en dichas unidades.

Otras Infraestructuras de apoyo a la Investigación

Grandes Instalaciones e Infraestructuras Científico-Tecnológicas Europeas

Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares (ICTS)

Catálogo de servicios científico-técnico

El CSIC, a lo largo de su existencia, ha proporcionado diferentes servicios científico-técnicos, lo que ha convertido a algunos de sus centros en referentes. Asimismo, actualmente, su Estatuto como Agencia Estatal indica como una de sus funciones principales la de ofrecer servicios científico-técnicos a la Administración General del Estado así como a otras Administraciones e Instituciones públicas y privadas.

El CSIC tiene entre sus objetivos el de acercar las capacidades y logros científicos y tecnológicos a todos los sectores socio-económicos nacionales e internacionales, con el fin de lograr que se transformen en bienestar social, económico y cultural para el conjunto de la sociedad.

El CSIC dispone de resultados tecnológicos específicos protegidos de muy distintas formas, entre las que prima la patente.

El CSIC firma contratos de distinto tipo con empresas interesadas en sus capacidades, líneas de investigación o tecnologías.

El CSIC protege los resultados generados por sus grupos de investigación adaptándose a las peculiaridades de los mismos, utilizando distintos formatos desde el más común, que es la patente, hasta algunos menos conocidos, como el secreto industrial, pasando por el registro de variedades vegetales, material biológico, modelos de utilidad o software, entre otros.

Las Empresas de Base Tecnológica (EBTs) son un instrumento clave para la transferencia del conocimiento generado en organismos públicos de investigación, como el CSIC, convirtiendo los resultados de investigación en productos en el mercado e impulsando la creación de un sector industrial más innovador.

Todas las tecnologías obtenidas en los laboratorios del CSIC, y registradas y protegidas previamente, constituyen el portfolio de oferta tecnológica del CSIC.

En un entorno científico internacional cada vez más competitivo, la ambición del CSIC es mejorar su posicionamiento a través del refuerzo de la dimensión internacional de su producción científica. Este es el principal motivo que hace que las relaciones del CSIC con otras entidades de investigación internacionales sean un punto esencial para su avance.

Las relaciones Internacionales del CSIC, entendidas como tales aquellas acciones orientadas a dirigir, planificar e impulsar las relaciones internacionales en el ámbito europeo e internacional; dirigir la planificación, coordinación y seguimiento de la participación del CSIC en convocatorias competitivas y en la cogestión de programas en el ámbito europeo e internacional, y dirigir la gestión de contratos con organismos internacionales, se coordinan a través de la Vicepresidencia de Relaciones Internacionales (VRI) de CSIC.

Horizonte 2020 es el octavo Programa Marco para la Investigación y la Innovación en la Unión Europea para el periodo 2014-2020. Cuenta con un presupuesto de más de 70.000M€ para financiar iniciativas y proyectos de investigación, desarrollo tecnológico, demostración e innovación de claro valor añadido europeo.

Los principales instrumentos para el desarrollo y atracción de talento a la Unión Europea (UE) son las Acciones Marie Skłodowska-Curie (MSCA) y las convocatorias del Consejo Europeo de Investigación (ERC).

Otros Programas Europeos e Internacionales

El papel del CSIC en la articulación del Espacio Europeo de Investigación se expresa no sólo a través de la participación en convocatorias periódicas de Horizonte 2020, sino también mediante la participación en otras convocatorias comunitarias, financiadas a través del Programa Marco o de otros Programas, que por su relevancia estratégica para el CSIC merecen una mención especial.

Cooperación y Recursos Internacionales

Dentro del fomento de la internacionalización, desde la Vicepresidencia de Relaciones Internacionales (VRI) se realizan actividades de divulgación de oportunidades y se da soporte a nuestros investigadores en convocatorias competitivas de terceros países.

Desde la Vicepresidencia de Relaciones Internacionales (VRI) se gestionan y tramitan los convenios de colaboración con instituciones de terceros países. En la actualidad las relaciones con nuestros homólogos de otros países se canalizan principalmente a través de la organización de actividades formativas tipo workshop.

European Strategy Forum on Research Infraestructures (ESFRI)

En el CSIC nos gusta la ciencia y también compartirla. Por eso ponemos en marcha un gran número de iniciativas de divulgación, educación y ciencia ciudadana. Nuestro objetivo es fomentar la cultura científica y hacer la ciencia más accesible para todo el mundo.

Editorial CSIC dispone de un extenso catálogo de reconocido prestigio académico, compuesto por más de 2.500 títulos de monografías organizados en 75 colecciones, y 37 revistas científicas.

Editorial CSIC incluye también en este catálogo una cuidada selección de obras fuera de colección.

Histórico de iniciativas de divulgación

Museos y espacios para la divulgación

El CSIC cuenta con varios centros de referencia para la divulgación de la ciencia ubicados en las principales ciudades españolas. Exposiciones, talleres, conferencias y otras actividades para todos los públicos forman parte de la programación habitual de estos espacios.

Más de un centenar de publicaciones en las que especialistas del CSIC de todas las áreas del conocimiento acercan a la ciudadanía, de forma clara y rigurosa, temas científicos de interés público.

Red de cultura científica y ciencia ciudadana

En los centros y delegaciones del CSIC existen unidades que trabajan en el fomento de la cultura científica y la ciencia ciudadana. Un mapa permite localizar su ubicación y acceder a sus datos de contacto.

La ciencia no tiene por qué estar hecha solo por profesionales. Participa en la investigación científica compartiendo recursos, recopilando datos y ayudando a analizarlos.

Didáctica de la ciencia

Los centros, unidades y proyectos de investigación del CSIC acercan la ciencia y la tecnología a estudiantes y profesorado de distintos niveles educativos a través de diversos programas e iniciativas.

Políticas y estrategias de cultura científica

El CSIC organiza cursos y encuentros de formación para personas interesadas en la divulgación de la ciencia, elabora documentos encaminados a promover la cultura científica y participa en proyectos e iniciativas destinadas a evaluar el impacto de la comunicación social de la ciencia.

En el CSIC sabemos que el principal activo con el contamos para desarrollar nuestra misión son las personas. Su capacidad, formación y profesionalidad son las que imprimen al CSIC sus señas de identidad.

¿Por qué formar parte del CSIC?

El CSIC es una entidad de investigación singular en España, que la sociedad reconoce y valora. A la diversidad temática de su actividad investigadora y a sus amplios recursos humanos se une su presencia geográfica, extendida por todo el territorio nacional y sus infraestructuras singulares.

Alrededor de 11.000 personas trabajan e investigan en el CSIC, en torno al 25% son investigadores en formación que realizan su doctorado y continúan su carrera centrados en la etapa postdoctoral y mediante la dirección de grupos de investigación y proyectos.

La Bolsa de Empleo del CSIC es el mecanismo de selección para acceder a puestos de trabajo temporal vinculados a proyectos de investigación, convenios y contratos.

Puede consultar toda la información relativa a las convocatorias específicas de empleo fijo y temporal del CSIC y de otras convocatorias específicas, así como de las de provisión de puestos de trabajo por personal funcionario mediante el sistema de libre designación, de promoción interna y de los concursos de traslados de personal funcionario y laboral.

Formación de Personal Investigador

El Departamento de Postgrado y Especialización (DPE) del CSIC, contribuye a definir y llevar a la práctica la política del CSIC en materia de formación de investigadores y de la docencia que imparten nuestros investigadores.

Cursos de Especialización y Alta Especialización de CSIC

El programa de Cursos de Especialización comprende todas las enseñanzas que los investigadores del CSIC ofrecen en forma de cursos de posgrado dirigidos a graduados, licenciados, ingenieros, arquitectos, etc.

Estrategia de Recursos Humanos para Investigadores (HRS4R)

El CSIC está desarrollando la Estrategia de Recursos Humanos para Investigadores para alcanzar el pleno cumplimiento de la Carta Europea del Investigador y el Código de Conducta para la Contratación de Investigadores y obtener el reconocimiento HR EXCELLENCE IN RESEARCH.

Dos inconvenientes relacionados con los envases tradicionales son la producción de plásticos y el desperdicio de comida. Reducir ambos es el objetivo de la bioeconomía circular marcada por la Unión Europea (UE). Con esta idea en mente, en 2018 nacía el proyecto europeo Ypack que, a partir de suero de queso y cáscaras de almendras, comenzaba a desarrollar tres productos compostables: una bandeja y dos películas de contacto alimentario. Tras tres años de investigación y siete millones de euros en inversión, un equipo liderado por el Instituto de Agroquímica y tecnología de los Alimentos (IATA) lograba crear un envase activo y biodegradable, capaz de desintegrarse en un plazo máximo de 90 días y de alargar la vida útil de algunos productos frescos hasta 48 días.

En octubre de 2020 se presentaban los resultados. “Es la primera vez que se muestra la implementación industrial completa del envase, con estudios positivos de biodegradación, alergenicidad y vida útil”, destaca José María Lagarón, investigador del IATA-CSIC y coordinador del proyecto.

El nuevo envase protege al alimento y además participa en su conservación

Con ello se daba un gran paso en la investigación y, al mismo tiempo, un gran salto en uno de los principales objetivos marcados por la Comisión Europea (CE): reducir la dependencia de envases no renovables. El principal motivo es que más del 80 % de los residuos hallados en el mar son plásticos. Dentro de esta cifra, ocupan un papel clave los productos relacionados con la alimentación, como las bolsas de plástico, que tardan 20 años en descomponerse, o como las botellas que, en algunos casos, no llegan a desintegrarse nunca. El resultado es que cada persona podría ingerir de media entre 0,1 y 5 gramos de microplásticos cada semana a través de alimentos y bebidas.

Esta tendencia no sólo se aleja del Plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea, cuya Directiva de julio de 2021 ya prohibía la venta de artículos de plástico de un solo uso (SUP, en inglés), sino que afecta a la salud. “Dada la posible exposición crónica a los microplásticos, los resultados plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, el estado de salud”, recalca Victoria Moreno, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL, CSIC-UAM).

Ante esta situación, la investigación aplicada trabaja desde hace tiempo en el desarrollo de alternativas biodegradables. “El envase ideal implica huellas de carbono e hídricas más bajas, es biodegradable, está diseñado ecológicamente, es seguro y tiene propiedades de conservación adecuadas para minimizar el desperdicio de alimentos”, explica Lagarón. Con esta premisa comenzaba el proyecto.

Para producir los envases ideados se optó por los polihidroxialcanoatos (PHAs), es decir, poliésteres producidos en la naturaleza por microorganismos. Así los nuevos recipientes serían compostables. Esto quiere decir que la degradación biológica del envase se produce en un tiempo controlado que, en este caso, es de un plazo máximo de 90 días tras desecharse. Todo ello es posible debido a que los investigadores decidieron incorporar a la fórmula el material sostenible poli (3-hidroxibutirato-co-3hidroxivalerato), un polímero conocido como PHBV que se produce a partir de suero de queso y se abarata con cáscaras de almendras.

José María Lagarón trabajando en su laboratorio IATA. / César Hernández

Partiendo de residuos de frutos secos, un subproducto tóxico de la fabricación del queso y nanocelulosa, se empezaba a definir la composición del nuevo material. Sin embargo, la idea del proyecto no se limitaba a crear un envase pasivo que protegiera el alimento del medio exterior, sino que buscaban un recipiente activo que participara en su conservación. Dos ingredientes son responsables de que se lograra este objetivo: óxido de zinc y aceite esencial de orégano. Su incorporación al polímero PHBV mostró efectos antimicrobianos a corto (15 días) y a medio plazo (hasta 48 días), frente a dos bacterias que pueden causar intoxicación alimentaria: Staphylococcus aureus (estafilococo dorado) y Escherichia coli. La primera contribuye a infecciones que van desde abscesos en la piel hasta el síndrome de shock tóxico, y la segunda causa cólicos abdominales, diarrea y vómitos.

Se conseguía así alargar la vida útil de alimentos como pepinos, carne y pasta fresca. Además, “la fórmula para combatir los microorganismos perjudiciales puede usarse para productos en los que el paquete se abre y cierra varias veces, por ejemplo, en el caso de las rebanadas de pan o lonchas de jamón”, añade.

En mayo de 2020 se presentaban tres productos biodegradables para el envasado de alimentos: una bandeja y dos películas de contacto alimentario de alta barrera al oxígeno, una de ellas con propiedades activas antioxidantes y antimicrobianas. A pesar de ello, desde el comienzo del proyecto los investigadores se plantearon dos preguntas que pasarían a formar parte del trabajo como fases: ¿cómo respondería el consumidor final? y ¿es posible producir los envases a escala industrial?

La primera pregunta se resolvió con un estudio de mercado en el que participaron 7.000 consumidores de siete países (Dinamarca, Francia, Hungría, Países Bajos, Portugal, España y Turquía). El nuevo envase gustó, los usuarios valoraron muy positivamente las nuevas tecnologías de envasado y ninguno rechazó el uso de subproductos provenientes de frutos secos o queso. Su color terrizo y tacto microgranulado recuerda a los primeros papeles reciclados: renovables, biodegradables y funcionales. Como apunta el investigador, “los envases transmiten una idea de procedencia natural que agrada al consumidor”.

Los nuevos envases se degradan en menos de 90 días

A la segunda cuestión contesta Lagarón, quien señala que “tras gestionar 5 toneladas de biopolímeros, se logró escalar la producción industrial de dos de los productos. A pesar de cumplir con el espíritu de la Directiva de la UE, no se escaló la producción de la película activa debido a las barreras legislativas”. El proyecto terminaría dejando una tarea pendiente: combinar las necesidades del mercado, las regulaciones de la UE y el desarrollo de innovadores materiales de embalaje. 

Actualmente “no existe una estructura armonizada a nivel europeo de compostaje para envases hechos con biopolímeros”. A pesar de ello, dos de los tres productos desarrollados están preparados para llegar al mercado, “ahora faltaría el interés industrial en la comercialización de la tecnología”.

El 49% de la basura marina corresponde a plásticos de un solo uso. Aunque tienen una vida útil de entre 12 y 15 minutos, pueden tardar de cuatrocientos a mil años en desintegrarse. En ese proceso es cuando se generan los 51.000 millones de microplásticos (partículas inferiores a 5 mm) presentes en los océanos. La consecuencia es que los seres humanos pueden ingerir una media semanal de hasta 5 gramos, lo que repercute en la salud intestinal. Un ejemplo es el microplástico PET (tereftalato de polietileno), que disminuye el número de bacterias beneficiosas e incrementa el de grupos microbianos relacionados con una actividad patógena.

“Los microplásticos no son un conjunto homogéneo, sino que presentan diferentes tamaños, aditivos y/o contaminantes. Aunque esto dificulta conocer sus biotransformaciones en el tracto gastrointestinal, es necesario saber el destino en el organismo de estos materiales y sus consecuencias”, señala Victoria Moreno, investigadora del CIAL que lidera el estudio.  Este trabajo, realizado dentro del proyecto europeo PlasticsFatE, ha logrado simular cómo digerimos los microplásticos mediante una especie de estómago artificial. “Mediante el modelo in vitro de digestión gastrointestinal pudimos albergar la microbiota colónica humana durante la intervención con microplásticos”, añade Moreno. Como resultado, otro hallazgo: es la primera vez que se observa que estas partículas pueden sufrir biotransformaciones y llegar al colon con una estructura diferente a la original.

Alejandro Parrilla García / CSIC Comunicación

Una bandeja de plástico (blanca) junto a una bandeja biodegradable desarrollada en el Proyecto Ypack (marrón). / César Hernández

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