A Carla Da Silva la torturaron y la desaparecieron por más de 20 días #PresasPolíticas - Efecto Cocuyo

2022-10-26 15:46:14 By : Ms. Helen Yue

Carla Da Silva está tras las rejas solo por conocer a una persona que participó en la llamada Operación Gedeón.

La tarde del 5 de mayo de 2020, la mujer de 38 años asistió a una fiesta infantil en una urbanización de Caracas. Todo marchaba bien hasta que Da Silva le contó a la anfitriona de la reunión que conocía a alguien que el Gobierno estaba involucrando en la incursión marítima que presuntamente pretendía dar un golpe de Estado.

La mujer le dijo a Da Silva que llamarían a José Miguel Domínguez, director de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) para aquel entonces, con el objetivo de informar lo comentado.

De la fiesta Carla fue llevada a la sede de las Faes en La Quebradita, en el oeste de Caracas, porque era donde hablaría con Domínguez, pero al llegar a la sede policial la interrogaron y no le permitieron regresar a casa.

Desde ese día comenzó el martirio de Carla, quien está recluida desde hace 26 meses en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en El Helicoide, mientras espera la finalización del juicio en el que se le acusa de conspiración y asociación para delinquir.

Da Silva es licenciada en administración de la Universidad Metropolitana (Unimet), con un magister en gerencia; estudió dietética del deporte en Miami y habla dos idiomas. Es única hija y sus padres ahorraron durante toda su vida para darle una educación sólida.

Su madre, Miriam Marrero, profesora de filosofía, nunca pensó que tendría que visitar una cárcel o que su hija estaría detenida por algún delito: los valores inculcados en casa eran formidables y describe a su hija como una mujer honesta, justa y educada.

Conocer el paradero de Carla fue toda una odisea para Marrero, quien estaba preocupada porque su hija no llegó a la hora acordada, pese a que le pidió antes de salir de casa que regresara antes del anochecer, ya que era peligroso regresar tarde por las restricciones impuestas en la ciudad debido al coronavirus.

Marrero llamaba a su teléfono celular y no atendía. Cuando se hicieron las 10 de la noche, sospechaba que algo había pasado.

La madre comenzó una búsqueda por todos lados. Algunos conocidos le recomendaron que fuera a buscarla en los centros de reclusión de la ciudad, cosa que hizo sin pensarlo, pero la experiencia fue aterradora.

Uno de los primeros lugares a los cuales se dirigió la profesora de filosofía a preguntar por el paradero de su hija fue a la sede del Sebin en Plaza Venezuela.

Conozca quiénes son las mujeres que están presas por razones políticas en Venezuela  #Interactivo

Al llegar a la entrada del recinto de la policía política un funcionario la apuntó con un arma larga, la empujó y le dijo que no volviera más, porque le «iba a descargar» el fusil.

Decepcionada y con miedo Marrero se dirigió a la sede del Sebin en El Helicoide; allí le dijeron que su hija no estaba. Hasta que un día, mientras esperaba afuera llorando de desesperación, un funcionario de esa institución le dijo que se tranquilizara, que Carla Da Silva estaba presa en ese lugar.

“A mi hija la desaparecieron, la secuestraron; no llegó a dormir a la casa y 20 días después por fin logré localizarla”, contó Marrero a Efecto Cocuyo.

A pesar de confirmar la ubicación, poder entrar en contacto con su hija también fue una calamidad. La primera vez que Marrero intentó llevarle ropa y comida un funcionario del Sebin amenazó con detenerla; pero a pesar de la amenaza la mujer insistió hasta que logró enviarle los enseres.

En la sede de las Faes en La Quebradita Carla fue víctima de torturas un día después de su detención, el 6 y 7 de mayo de 2020. En el lugar, un funcionario de la institución policial le pedía que dijera lo que sabía sobre la Operación Gedeón, pero Da Silva aseguraba que no tenía idea y que solo conocía a una persona que participó.

Al funcionario policial no le convencían las declaraciones de Carla y por eso procedieron a amarrarla, forraron su cabeza con una bolsa plástica, le colocaron tirro y una funcionaria policial se montó sobre ella, mientras que Vladimir Rodríguez Cordero, de las Faes, le daba golpes por las costillas, narra la progenitora.

“Cuando ella ve lo que pasa, piensa que iba a morir y perdió el conocimiento. Siempre le decían que dijera la verdad”, relata la madre.

Los tipos de torturas que se aplican en Venezuela (Interactivo)

Carla fue sometida a ocho pruebas de polígrafo y su teléfono fue vaciado, pero los funcionarios no encontraron nada que la vincularan a la fallida incursión con militares retirados.

En la sede de las Faes estuvo detenida desde el 5 de mayo hasta el 8 de mayo de 2020. Los funcionarios esperaron que Da Silva se recuperara de las torturas para poder enviarla a El Helicoide.

El 8 de mayo Carla fue engañada. Los funcionarios le dijeron que tenían que llevarla a El Helicoide para liberarla, pero al llegar allí expresaron que tenía que permanecer recluida en ese lugar por 45 días, mientras se desarrollaban las investigaciones.

“A todas estas en El Helicoide el juez José Mascimino Márquez García, que interrogó a Carla, le pide que se declare culpable porque iba a salir enseguida, que era para complacer al Gobierno. Ella dijo que no se iba a declarar culpable y él le respondió que si se declaraba culpable le podía dar 20 años y no 30 años de prisión”, dijo.

Cuando Da Silva fue llevada a El Helicoide fue sometida a un proceso penal exprés. Su madre se enteró cuando estaba en las puertas del Sebin y los familiares de otros presos políticos comenzaban a hablar entre sí de lo que ocurría dentro de las mazmorras.

 “Me enteré porque en la puerta comentaron que estaban haciendo juicios en la madrugada dentro del Sebin. Un sábado cualquiera me llamó su abogada de la Defensa Pública«, Marrero recuerda que la jurista fue la primera persona que le dijo que su hija estaba viva.

«Yo le dije que quería ir al juicio y ella me dijo que fuera en la tarde, yo amanecí en mi carro y entré y la vi por 15 minutos después de 30 días secuestrada”, aseguró Marrero.

Tras las audiencias, el juez Márquez les decía a los familiares de Da Silva que ella era inocente y que pronto saldría del recinto carcelario, y que él solo cumplía órdenes del Gobierno. “Nos dijo eso en el juicio exprés en El Helicoide”, dice la madre de Carla.

Actualmente Da Silva está enfrentando un juicio y es representada por abogados de su confianza. Su madre no ha dejado de ir a ninguna de las audiencias; en la última sesión judicial se presentó una testigo que aseguró que en el teléfono de la imputada no habían encontrado nada vinculante al caso del que se le acusa.

“Hemos visto a torturadores hablar tranquilamente; lo único que me queda es pedirle soluciones a Dios. Mi hija no tiene nada que ver en ese cuento y tiene que salir lo más pronto posible, es un juicio falso, fingido, ayer hubo audiencia y no hubo órganos de prueba”, denuncia.

La cruz que carga Da Silva en sus dos años y dos meses de reclusión también la lleva su madre, que ha estado junto a ella en todo momento. La profesora de filosofía es quien cocina, lleva la comida, lava su ropa y está pendiente de su salud. “Yo también estoy presa como ella, no puedo moverme”, expresa.

Tras el encierro de Da Silva, su madre ha sufrido dos infartos; el primero lo padeció sin darse cuenta el día que su hija no llegó a casa; el segundo ataque al corazón lo tuvo cinco meses después, tras terminar una llamada telefónica con ella.

“Trato de tener una vida posible, hago mucha fuerza porque llevo una carreta de comida, la carne, el pollo; le llevo comida los jueves para una semana completa”.

Carla es paciente bariátrico y tiene una dieta estricta que debe seguir; es por eso que su madre no se descuida con el cuidado alimenticio.

Afortunadamente Carla se encuentra bien de salud, su progenitora le lleva medicinas, enseres y las cosas que necesita. “Ella, gracias a Dios, está bien de salud. Ellos (los funcionarios) conmigo ahora han sido correctos; le han dado (a Carla) todo lo que le llevo. Al principio se le desaparecían las cosas, pero desde que eso (El Helicoide) pasó a centro penitenciario funciona mejor”, dice.

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La mujer le dijo a Da Silva que llamarían a José Miguel Domínguez, director de las Fuerzas de Acciones Especiales (Faes) para aquel entonces, con el objetivo de informar lo comentado.

De la fiesta Carla fue llevada a la sede de las Faes en La Quebradita, en el oeste de Caracas, porque era donde hablaría con Domínguez, pero al llegar a la sede policial la interrogaron y no le permitieron regresar a casa.

Desde ese día comenzó el martirio de Carla, quien está recluida desde hace 26 meses en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en El Helicoide, mientras espera la finalización del juicio en el que se le acusa de conspiración y asociación para delinquir.

Da Silva es licenciada en administración de la Universidad Metropolitana (Unimet), con un magister en gerencia; estudió dietética del deporte en Miami y habla dos idiomas. Es única hija y sus padres ahorraron durante toda su vida para darle una educación sólida.

Su madre, Miriam Marrero, profesora de filosofía, nunca pensó que tendría que visitar una cárcel o que su hija estaría detenida por algún delito: los valores inculcados en casa eran formidables y describe a su hija como una mujer honesta, justa y educada.

Conocer el paradero de Carla fue toda una odisea para Marrero, quien estaba preocupada porque su hija no llegó a la hora acordada, pese a que le pidió antes de salir de casa que regresara antes del anochecer, ya que era peligroso regresar tarde por las restricciones impuestas en la ciudad debido al coronavirus.

Marrero llamaba a su teléfono celular y no atendía. Cuando se hicieron las 10 de la noche, sospechaba que algo había pasado.

La madre comenzó una búsqueda por todos lados. Algunos conocidos le recomendaron que fuera a buscarla en los centros de reclusión de la ciudad, cosa que hizo sin pensarlo, pero la experiencia fue aterradora.

Uno de los primeros lugares a los cuales se dirigió la profesora de filosofía a preguntar por el paradero de su hija fue a la sede del Sebin en Plaza Venezuela.

Conozca quiénes son las mujeres que están presas por razones políticas en Venezuela  #Interactivo

Al llegar a la entrada del recinto de la policía política un funcionario la apuntó con un arma larga, la empujó y le dijo que no volviera más, porque le «iba a descargar» el fusil.

Decepcionada y con miedo Marrero se dirigió a la sede del Sebin en El Helicoide; allí le dijeron que su hija no estaba. Hasta que un día, mientras esperaba afuera llorando de desesperación, un funcionario de esa institución le dijo que se tranquilizara, que Carla Da Silva estaba presa en ese lugar.

“A mi hija la desaparecieron, la secuestraron; no llegó a dormir a la casa y 20 días después por fin logré localizarla”, contó Marrero a Efecto Cocuyo.

A pesar de confirmar la ubicación, poder entrar en contacto con su hija también fue una calamidad. La primera vez que Marrero intentó llevarle ropa y comida un funcionario del Sebin amenazó con detenerla; pero a pesar de la amenaza la mujer insistió hasta que logró enviarle los enseres.

En la sede de las Faes en La Quebradita Carla fue víctima de torturas un día después de su detención, el 6 y 7 de mayo de 2020. En el lugar, un funcionario de la institución policial le pedía que dijera lo que sabía sobre la Operación Gedeón, pero Da Silva aseguraba que no tenía idea y que solo conocía a una persona que participó.

Al funcionario policial no le convencían las declaraciones de Carla y por eso procedieron a amarrarla, forraron su cabeza con una bolsa plástica, le colocaron tirro y una funcionaria policial se montó sobre ella, mientras que Vladimir Rodríguez Cordero, de las Faes, le daba golpes por las costillas, narra la progenitora.

“Cuando ella ve lo que pasa, piensa que iba a morir y perdió el conocimiento. Siempre le decían que dijera la verdad”, relata la madre.

Los tipos de torturas que se aplican en Venezuela (Interactivo)

Carla fue sometida a ocho pruebas de polígrafo y su teléfono fue vaciado, pero los funcionarios no encontraron nada que la vincularan a la fallida incursión con militares retirados.

En la sede de las Faes estuvo detenida desde el 5 de mayo hasta el 8 de mayo de 2020. Los funcionarios esperaron que Da Silva se recuperara de las torturas para poder enviarla a El Helicoide.

El 8 de mayo Carla fue engañada. Los funcionarios le dijeron que tenían que llevarla a El Helicoide para liberarla, pero al llegar allí expresaron que tenía que permanecer recluida en ese lugar por 45 días, mientras se desarrollaban las investigaciones.

“A todas estas en El Helicoide el juez José Mascimino Márquez García, que interrogó a Carla, le pide que se declare culpable porque iba a salir enseguida, que era para complacer al Gobierno. Ella dijo que no se iba a declarar culpable y él le respondió que si se declaraba culpable le podía dar 20 años y no 30 años de prisión”, dijo.

Cuando Da Silva fue llevada a El Helicoide fue sometida a un proceso penal exprés. Su madre se enteró cuando estaba en las puertas del Sebin y los familiares de otros presos políticos comenzaban a hablar entre sí de lo que ocurría dentro de las mazmorras.

 “Me enteré porque en la puerta comentaron que estaban haciendo juicios en la madrugada dentro del Sebin. Un sábado cualquiera me llamó su abogada de la Defensa Pública«, Marrero recuerda que la jurista fue la primera persona que le dijo que su hija estaba viva.

«Yo le dije que quería ir al juicio y ella me dijo que fuera en la tarde, yo amanecí en mi carro y entré y la vi por 15 minutos después de 30 días secuestrada”, aseguró Marrero.

Tras las audiencias, el juez Márquez les decía a los familiares de Da Silva que ella era inocente y que pronto saldría del recinto carcelario, y que él solo cumplía órdenes del Gobierno. “Nos dijo eso en el juicio exprés en El Helicoide”, dice la madre de Carla.

Actualmente Da Silva está enfrentando un juicio y es representada por abogados de su confianza. Su madre no ha dejado de ir a ninguna de las audiencias; en la última sesión judicial se presentó una testigo que aseguró que en el teléfono de la imputada no habían encontrado nada vinculante al caso del que se le acusa.

“Hemos visto a torturadores hablar tranquilamente; lo único que me queda es pedirle soluciones a Dios. Mi hija no tiene nada que ver en ese cuento y tiene que salir lo más pronto posible, es un juicio falso, fingido, ayer hubo audiencia y no hubo órganos de prueba”, denuncia.

La cruz que carga Da Silva en sus dos años y dos meses de reclusión también la lleva su madre, que ha estado junto a ella en todo momento. La profesora de filosofía es quien cocina, lleva la comida, lava su ropa y está pendiente de su salud. “Yo también estoy presa como ella, no puedo moverme”, expresa.

Tras el encierro de Da Silva, su madre ha sufrido dos infartos; el primero lo padeció sin darse cuenta el día que su hija no llegó a casa; el segundo ataque al corazón lo tuvo cinco meses después, tras terminar una llamada telefónica con ella.

“Trato de tener una vida posible, hago mucha fuerza porque llevo una carreta de comida, la carne, el pollo; le llevo comida los jueves para una semana completa”.

Carla es paciente bariátrico y tiene una dieta estricta que debe seguir; es por eso que su madre no se descuida con el cuidado alimenticio.

Afortunadamente Carla se encuentra bien de salud, su progenitora le lleva medicinas, enseres y las cosas que necesita. “Ella, gracias a Dios, está bien de salud. Ellos (los funcionarios) conmigo ahora han sido correctos; le han dado (a Carla) todo lo que le llevo. Al principio se le desaparecían las cosas, pero desde que eso (El Helicoide) pasó a centro penitenciario funciona mejor”, dice.

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