En cuenta regresiva la puesta en marcha de la Ley 274 de 2020 - Contenido Patrocinado - ELTIEMPO.COM

2022-10-26 14:54:15 By : Ms. Cherry Wang

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El pasado 1 de junio fue aprobado el Proyecto de Ley 274 de 2020, que prohíbe la fabricación, importación, exportación, comercialización y distribución de plásticos de un solo uso en el territorio nacional y expone multas, decomisos y clausuras temporales o definitivas a los actores que incumplan la norma. Ahora, bajo ese mismo contexto, también se resaltan las alternativas y el proceso de transición que todo un país debe ejecutar a partir del 2025 en pro del cuidado del medio ambiente, el impulso de la sostenibilidad y la protección de los seres vivos.

Cuando se entra a analizar de dónde nace la necesidad de crear una norma que concierne a aproximadamente 51 millones de habitantes, sale a relucir la urgencia de cuidar el planeta y la vida misma, ya que si nos detenemos a pensar en la cantidad de plástico que utilizamos a diario, nos damos cuenta de que es incalculable y está presente en la mayoría de elementos que manipulamos en un día. Es más, usted mismo puede hacer el ejercicio y repasar cuántas bolsas de punto de pago ha utilizado para embalar, cargar o transportar paquetes y mercancías, cuántos de los alimentos de la canasta familiar vienen en bolsas plásticas (frijoles, arroz, lentejas, pastas, leche, avena, etc.), cuántos envases o empaques ha desechado, cuántos platos, bandejas, cuchillos, tenedores, cucharas, vasos y guantes para comer ha comprado y cuántos mezcladores y pitillos para bebidas ha empleado, siendo estos solo algunos de los plásticos de un solo uso que se prohibieron.

Para el medio ambiente, esta decisión, que se tomó hace algunos meses, representa una transición que no ocurrirá de la noche a la mañana, pero que beneficiará el impacto del plástico en los distintos ecosistemas. De hecho, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), globalmente, los seres humanos arrojan al mar 13 millones de toneladas de plástico cada año, esto equivale a un camión de basura que vacía una carga completa en el océano cada minuto, en donde 100 mil animales marinos mueren por esa razón (1). Además, según la misma organización, la contaminación también afecta la salud humana porque los microplásticos se filtran en la comida, y en ese sentido, las personas pueden consumir más de 100 mil micropartículas de plástico al año, casi cinco gramos por semana, 21 gramos por mes y 250 gramos por año (2).

“La decisión de prohibir los plásticos de un solo uso, adicional a ser una transición necesaria, es sinónimo de avanzar en términos de desarrollo económico y de una sociedad que empieza a construir consciencia ambiental de forma seria y responsable. Según un estudio, en el 2019 se produjeron 460 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo se reciclaron el nueve por ciento y alrededor de siete millones de toneladas terminaron en ecosistemas marinos. A lo que se suma que, en Colombia, además de ver el problema de contaminación en mares y ríos, vemos el colapso de los rellenos sanitarios; y es ahí cuando la sociedad entra a jugar un papel vital. Por lo tanto, la Ley que se aprobó no solo debe prohibir, también debe ir acompañada de un modelo de educación y un cambio cultural antes de que sea demasiado tarde, pues el planeta no está logrando compensar la huella que deja en la atmósfera, que los seres humanos sigamos produciendo y consumiendo el plástico en las cantidades alarmantes que lo hacemos hoy”, afirma Alicia Bula, gerente de Mercadeo Estratégico y de Comunicaciones de Ditar.

Para divorciarse del plástico es esencial evaluar otras alternativas que impulsen un cambio hacia la economía circular, ese modelo de producción que permite reparar y reciclar materiales todas las veces que sea posible para reducir el impacto en diferentes frentes. Por ejemplo, las Naciones Unidas considera que un cambio hacia dicha economía puede disminuir el volumen de plásticos que llegan a los océanos en más de un 80 por ciento para 2040 y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 24 por ciento, entre otros puntos a favor (3). Y, en línea con ello, el papel es una de las principales opciones para reemplazar el plástico, seguido del vidrio y el metal, entre otros.

En lo que se refiere al papel, los más conocidos son el kraft reciclado, el kraft virgen y el papel a base de caña de azúcar y, entre ellos, varía también su tiempo de descomposición. Mientras que el plástico, puede tardar entre 100 y 1000 años en degradarse, con una media de 500 años, un papel kraft tarda máximo un año y el que es a base de caña de azúcar puede lograrlo en máximo un mes. La producción de empaques y bolsas a base de papel tienen asociados una serie de retos y mitos que vale la pena aclarar. Por un lado, el principal reto está en que las marcas que entregan sus productos en bolsas y empaques a base de papel, lo hagan con proveedores y fabricantes comprometidos de forma ética y responsable con el medio ambiente, lo que equivale a exigir, por ejemplo, que cuenten con el sello FSC, verificando siempre que vaya acompañado del código de licencia como garantía de que el papel que usaron, proviene de bosques renovables. Respecto a los mitos, informarles a las personas que asocian las bolsas de papel con la tala de árboles, que las fábricas con sello FSC solo usan papel proveniente de plantaciones exclusivas y renovables para este fin y que no se toma madera de bosques y selvas pertenecientes a la fauna y flora nacional.

En línea con lo anterior, en Colombia existe una compañía que desde hace 25 años empezó su camino en la industria de las artes gráficas, pero hace ocho años inició una evolución y hoy es uno de los fabricantes con sello FSC más grandes del país de bolsas y empaques ecoamigables. Se trata de Ditar, una marca comprometida 100 por ciento con la sostenibilidad. “Si bien continuamos ofreciendo un amplio portafolio alrededor de la industria gráfica y productos impresos con estándares de seguridad para el sector público y privado, los últimos años nuestro principal sueño ha sido lograr que más marcas hagan la transición del plástico al papel y propiciar inclusive un menor consumo del mismo, como es el caso de los rollos en papel térmico o rollos POS personalizados que permiten ser impresos en ambos lados y son ideales para contrarrestar el desperdicio de papel al lograr recibos y facturas más cortas”, dice Bula. Dichas soluciones integran el quehacer de Ditar y la sostenibilidad, en un camino que están recorriendo por un tema de convicción y porque genuinamente le creen al cuidado del planeta, pues tal como lo sostiene Bula, a pesar de que tienen cómo responder con múltiples soluciones a las necesidades de sus clientes, procuran asesorarlos y convencerlos para que opten siempre por empaques sostenibles, tintas a base de agua y ojalá impresiones y acabados sin plástico. Es un valor de marca, no un tema de moda o normativa, tanto así que, para la compañía, es más rentable impulsar las bolsas con acabados estampados o plastificadas porque tienen mejor rentabilidad y no lo hacen. “Siempre la asesoría va encaminada a ofrecer las bolsas impresas en papel sin acabados que incluyan partículas plásticas. Es justo esa propuesta de valor la que ha hecho que grandes marcas de Colombia y el mundo confíen en nosotros, garantizar calidad, precios competitivos, entregas a tiempo, capacidad para entregar más de 25 millones de bolsas al mes, pero poniendo por encima de todo, una venta sostenible que prioriza el cuidado del planeta”, finaliza Bula.

Si desea conocer las soluciones de Ditar ingrese a https://ditar.co/.

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